domingo, 22 de febrero de 2015

Trabajadores, la cara amarga de Deskarga

Trabajadores, la cara amarga de Deskarga
Llevaban cuatro meses esperando que les llamasen para volver al trabajo tras un parón que nadie explicó. Ahora su empleo pende de un hilo: “Me voy a la cama y no tengo otra cosa en la cabeza”, dice un afectado.
Igor San Jose, Responsable de la construcción del sindicato ELA
y Jose Miguel Alkorta, con un grupo de trabajadores de DESKARGA
Se sienten los grandes “olvidados”. Los paganos de la suspensión de las obras de la autovía de Deskarga. NOTICIAS DE GIPUZKOA se ha reunido con un grupo de operarios de la construcción que han estado trabajando en el tramo Antzuola-Bergara de la GI-632, los últimos 4,6 kilómetros que debían completar el eje Beasain-Durango. Sienten vértigo. Unos 150 llevan cuatro meses parados y su futuro se oscurece.
Se suma al encuentro un miembro de la familia de Iñaki Alkorta Retegi, el operario de 33 años que perdió la vida en esta obra el 18 de septiembre de 2013. Su caso aún está pendiente de un complejo proceso judicial. José Miguel, hermano de la víctima, asegura que “lo estamos pasando muy mal”. Su familia se siente “abandonada”: “¿La obra se suspende y ya está? Vamos a seguir adelante a por todas”.
¿Y ahora?
Llueve. La mayoría aprovecha los paraguas para cubrir su rostro. Otros no quieren ponerse frente a la cámara, ni dar su nombre. El suyo es un sector en el que hay “mucho miedo”. Temor a ser señalado, a que “te echen de un día para otro”. Así son las cosas en un sector como el de la construcción, el que más puestos de trabajo ha perdido en estos años de crisis. No son foráneos, sino de Gipuzkoa y llevan “toda la vida trabajando en la construcción”.
Pertenecen a pequeñas y medianas empresas del territorio que han operado en este tramo maldito en el que primero murió un trabajador de Lasarte-Oria, además de varios “sustos de muerte”; luego se envió a 150 trabajadores a casa por un parón de cuatro meses sin explicaciones. “De la noche a la mañana”, dicen; y ahora se suspenden las obras.
Precisamente, la ruptura del contrato por parte de la Diputación ha provocado que muchas de estas pymes y cooperativas, algunas de ellas de “mucha fama” en el sector, ahora se encuentren en la cuerda floja. Varios de estos trabajadores temen que sus compañías puedan “echar el cierre cualquier día de estos” al quedarse sin el trabajo de la UTE Lapatza.
Algunos llevan ya en casa cuatro meses con un ERE temporal, desde que comenzó el parón en buena parte de este tramo. El mismo parón que la propia Diputación negaba. Otros admiten que se les debe dinero. Su temor ahora es ir al paro para un largo tiempo. Ya hay compañeros que han pasado por eso. Repasan el listado de empresas que han trabajado en este tramo. Citan once y se dejan “alguna olvidada”.
“La frase del mes”, comenta uno, es “no da...”. “Siempre te repiten lo mismo: Es que no da. Ya estoy hasta el gorro. El problema -apostilla- son las bajas que se hacen en las adjudicaciones. El sistema no funciona. Tiene que haber un límite. Un precio mínimo estipulado porque al final, las bajadas de precios las pagamos nosotros, los trabajadores”.
Otro operario añade: “Siempre es igual... deprisa, deprisa. Aquí todos sabemos cómo andan unos y otros. ¿A convenio? ¿Cómo a convenio?,” se ríe. “Ni los de las empresas grandes estaban a convenio. Estas no son condiciones de trabajar”.
“Tienes que trabajar como sea, incluso sin medidas de seguridad, porque todos todos días nos pedían metros. Da igual que estés a siete metros de altura. Subías a la oficina y te preguntaban cuántos metros habías hecho. Y te decían que a tantos metros no da, que estamos perdiendo dinero. Esa pared que has visto tenía un precio ridículo. El problema está ahí. Hay que pagar lo que cuestan las cosas”, dice un trabajador.
El parón de cuatro meses en las obras no hacía presagiar nada bueno pero la ruptura ha sido un duro golpe. “Estás esperando a que te llamen para volver, pero esto último (la rescisión del contrato) nadie lo esperaba. En esta obra aún hay mucho trabajo. Un año mínimo. Para nosotros habría supuesto seguir trabajando... ahora igual la empresa cierra”.
Una obra “ejemplar”
“No hay control”, coinciden. Y están hablando de una obra pública que la Diputación tildó de “ejemplar”, en la que las condiciones sociolaborales están estipuladas bajo amenaza de sanción. Pero, “¿qué sistema de vigilancia se está haciendo? Las adjudicaciones que se hacen a día de hoy no dan. O entras a ese precio y te arriesgas o no trabajas”, dice un operario.
“Al final, las empresas pequeñas como la de mi hermano (Aballa) son unos monigotes -incide José Miguel, el hermano de la víctima mortal del 18 de septiembre de 2013-. Los que tienen que tomar medidas son los de arriba. Cuando fui al lugar del accidente, no solo la máquina de mi hermano estaba mal, yo vi dos lagartos (camiones) con los neumáticos en alambres”.
“En la obra se sabe todo”, coinciden. Era vox populi la “mala situación” en la que estaba el camión en el que perdió la vida Iñaki Alkorta; también la ocultación del incidente en el que se despeñó otro camión y que no causó víctimas mortales. El sindicato ELA, que denunció el caso, recibió críticas de la propia Diputación, que negaba el vuelco hasta que 20 días después tuvo conocimiento de él. En la obra todos lo sabían.
“Intentaron sacarlo ese mismo día. Yo estuve viendo cómo lo hacían pero, ¡ostras!, estaba bien atascado. Fue el Bulldozer grande pero no podían”. Otro trabajador añade: “Y el día que se cayó el talud y pilló la Liebherr (grúa) nueva había dos tíos allí. Uno oyó como unos tiros de cuando se soltaban los bulones, porque estaba todo cosido, y salió corriendo; y el otro, menos mal que estaba tomando café. No son condiciones de trabajar”.

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