sábado, 13 de julio de 2013

Los empleados de la construcción, contra la precariedad.

"Lo que esperamos de la norma foral es que fije unas bases mínimas, pero de verdad"

 
 Juanma Díaz, despedido en marzo de las obras del TAV en Zizurkil: "Cobraba 880 euros con las pagas prorrateadas"
Hilario y Juanma
 
Hilario Guerra Trabajador en activo (Zumarraga, 42 años)
Juanma Díaz Trabajador en paro (Errenteria, 36 años)
 
zumarraga. Juanma Díaz, Hilario Guerra e Iñaki son tres trabajadores guipuzcoanos de la construcción que viven realidades completamente distintas. Sin embargo, todos coinciden en la precariedad que se ha instalado en los últimos años en el sector. Incluso en las obras públicas. La aprobación, el pasado martes, de la norma foral que fija las condiciones mínimas de los trabajadores de las obras públicas en Gipuzkoa es para ellos una buena noticia que ven con cierto escepticismo.
Igor San José, responsable nacional de la construcción de ELA y principal impulsor de esta norma foral, explica que "tras la reforma laboral de Rajoy, lo que antes era ilegal -no aplicar el convenio de la construcción-, pasa a ser legal y con esta norma foral seguimos teniendo una herramienta para luchar, para denunciar los incumplimientos porque las condiciones laborales mínimas estarán incluidas en los pliegos de condiciones".
San José admite que la situación no se tornará "de color de rosa" y "vamos a tener que denunciar, pero ahora podremos hacerlo con la cabeza alta". Por ello, insta a las instituciones a "trabajar de forma preventiva y vigilar el cumplimiento" de lo pactado: "Si se hiciera, miles de guipuzcoanos que están fuera del mercado laboral, estarían trabajando".
De hecho, son ya 4.643 trabajadores guipuzcoanos de la construcción los registrados en las listas del paro, mientras "una inmensa mayoría" de los empleados de las numerosas obras públicas que se están llevando a cabo en Gipuzkoa son personas foráneas. La pregunta surge sola: ¿Por qué sucede esto?
extraño en tu propia casa He aquí unas pinceladas de realidad: Juanma, a sus 36 años y con más de 15 de experiencia, está en el paro desde finales de marzo por "plantarse y reclamar lo que es suyo". Tiene el título de técnico superior en realización y planes de obra, un grado superior que le capacita para trabajar como ayudante de jefe de obra. Admite que en sus mejores tiempos llegó a ganar 2.300 euros al mes. Ahora, asegura, "si quieres trabajar tienes que hacerlo por 880 con las pagas prorrateadas y justo justo llegas a 1.000 con algunas horas extras".
Sus propios compañeros en las obras del TAV en Zizurkil, "extranjeros en la práctica totalidad", le decían que "a ver qué hacía" él trabajando allí. Algo no le cuadra. Asegura que la mano de obra para ese tramo "la traen de Corella y las máquinas grúa, que hay un montón en alquiler en Gipuzkoa, vienen de San Adrián, en Navarra".
Con la norma foral aprobada en Gipuzkoa, solo espera que, "en primer lugar, se cumpla la ley y que todos podamos jugar con las mismas reglas de juego. Así tendría más oportunidades de trabajar".
Otro trabajador, Iñaki, finalmente no pudo acudir a la cita fijada con este periódico ayer, sábado, precisamente para que pudiese volver desde Burdeos, donde trabaja. Este oiartzuarra de 42 años es uno de los cientos de guipuzcoanos que se han marchado fuera para obtener unas condiciones laborales mejores. Vive en un camping de los alrededores de Burdeos durante la semana y regresa a casa los fines de semana. Allí gana 1.700 euros, indica San José: "Para Iñaki, eso te lo puedo decir yo, esta norma foral podría significar que podría trabajar aquí sin tener que irse a tantos kilómetros de su familia y sus dos hijos".
El tercer trabajador citado con NOTICIAS DE GIPUZKOA es un "privilegiado". Hilario Guerra tiene 42 años y una familia con dos hijas. Extremeño de nacimiento, lleva afincado en Zumarraga desde 1998. Trabaja para una importante constructora del territorio. Es delegado sindical y ha "luchado mucho" en su empresa por las condiciones laborales: "La esperanza que tenemos con la norma foral es que se fijen unas bases mínimas, pero de verdad".
Desde su perspectiva, admite la "competencia desleal" a la que se ven sometidas las empresas guipuzcoanas que sí aplican el convenio provincial. Recuerda que la última obra del tramo GI-632 se logró con una baja del 37% sobre el precio de licitación inicial y afirma que los concursos públicos son "auténticas subastas por hacerse con el trabajo" y que, a la postre, "lo pagan los más débiles, los trabajadores".
Según Hilario, los propios responsables de las empresas admiten a que a veces "cogen obra pública a unos precios que no tienen capacidad de hacerla con personal propio" y se ven forzados a subcontratar.

"Imposible" vivir aquí

"Un guipuzcoano es en francia lo que un trabajador foráneo aquí: mano de obra barata"
 
LA pregunta la lanza el responsable de la construcción de ELA, Igor San José: "¿Se puede vivir en Gipuzkoa con sueldos de 5,5 euros la hora, incluidas las pagas extra y las vacaciones, que es lo que está sucediendo actualmente en las obras públicas del territorio?". En su opinión, no. "Con lo que se está pagando la obra pública en Gipuzkoa, no llega para vivir en Gipuzkoa; no sale rentable". Según precisa, Iñaki, el trabajador de Oiartzun que trabaja en Francia, "se tuvo que ir por los dos críos, porque su mujer no trabaja. Parece mentira que la obra pública no dé para vivir en Gipuzkoa ni a un jefe de grupo", dice San José.
Y más cuando desde 2010 en las obras del territorio se comenzó a incluir en los pliegos de condiciones la obligatoriedad de cumplir el convenio sectorial de Gipuzkoa. Por primera vez, en la variante de Hernani. Dicho convenio sectorial, que sigue sin actualizarse desde 2009, fija un salario anual de 25.000 euros para un oficial de primera, sin horas extra. Ello equivaldría a catorce pagas de unos 1.400 euros limpios al mes. "¿Es mucho para Gipuzkoa?", se pregunta San José. La realidad, según trabajadores y sindicatos, es que las grandes obras del territorio se siguen haciendo principalmente con empleados de subcontratas que "meten más horas y cobran menos" que lo fijado en el citado convenio.
Uno de los efectos de esta situación, además de los 4.643 parados de la construcción en Gipuzkoa, es que otros muchos opten por ir a trabajar a Francia. "Los trabajadores guipuzcoanos allí son como los portugueses o rumanos aquí: mano de obra más barata", indica Juanma.
Juanma Díaz, en paro, también ha trabajado en obras públicas de Francia en condiciones que califica de bastante buenas, pero inferiores a las de empleados locales.
"Hace más de dos años -añade-, cobraban 1.700 euros al mes pero trabajando siete horas". Era lo que podía cobrar un guipuzcoano allí, pero cuando los franceses se iban a casa tras una jornada de siete horas, "nosotros seguíamos trabajando", apunta. Y cuando hacía mal tiempo y los galos paraban por el permiso de temporalidad del que gozan, nuevamente Juanma y los suyos seguían en el tajo.
Sin esperanza de trabajar
En casa de sus padres
Ahora, Juanma vive otra realidad. Se vio en la necesidad de tener que aceptar trabajar por 880 euros con la pagas prorrateadas en las obras del TAV en Zizurkil, para una subcontrata. Según dice, reclamar sus condiciones laborales le llevó al desempleo. ELA tiene denunciado su caso: "Mi suerte es que no tengo ninguna hipoteca, ni familia con hijos y estoy viviendo con mis padres. Pero mi padre cobra una pensión de 1.000 euros y ya con 36 años debería ser yo el que les ayude a ellos; y no ellos a mí". ¿Esperanzas de trabajar? "Muy pocas, por no decir ninguna".
Hilario salta. "Yo sí que no podría trabajar por 800 euros porque tengo una hipoteca y una familia. El ciudadano de aquí quiere vivir aquí y tiene que tener posibilidad y condiciones de hacerlo".
 


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